jueves, 19 de febrero de 2015

Empatía

Lo cierto es que le resultaba a la vez maravilloso y terrible. Siempre había sido así y se lo había tomado como un rasgo que le convertía en una buena persona. Era capaz de estar cerca de los demás cuando necesitaban su ayuda, de ponerse en el lugar del otro a la hora de actuar para evitar dañar a sus seres queridos. Pero no podía evitar sufrir con ellos.
A veces era una verdadera tortura. No podía evitar sentir la tristeza más absoluta cuando a alguien le sucedía una desgracia, aunque aún así se sobreponía para intentar ayudar. Cuando los demás eran felices, él se contagiaba de su alegría y se sentía bien, muy bien. Pero esto no sucedía siempre.
Pero no sólo era algo emocional. Podía convertirse en algo totalmente físico. No podía ver a alguien a quien le dolía algo sin que comenzara a dolerle también a él. Ver cierto tipo de películas o leer libros de algunos géneros era para él una tortura, incluso sabiendo que era ficción.
En ocasiones deseaba no ser así. Le gustaría poder mantenerse frío ante ciertas situaciones, no ser capaz de empatizar. Pero era como era, y tenía que vivir con ello.
Algunas noches le acosaban pesadillas relacionadas con este tema. Soñaba que alguien moría y la pena le destrozaba hasta el punto de morir también. Era horrible. Se despertaba en medio de la noche llorando y tardaba horas en volver a conciliar el sueño.
Una noche, la pesadilla fue especialmente realista. Era su propia madre quien moría repentinamente de un ataque al corazón. Esto se había repetido incontables veces en su siniestro mundo onírico porque ella padecía una enfermedad que alentaba el miedo de su hijo. Pero aquella noche era diferente. Todo era demasiado real. No había un sólo detalle fuera de lugar en la habitación cuando él entraba para asegurarse de que estaba bien. El cuerpo yacía en la cama, parecía dormido... pero no se oía su respiración. Él intentó despertarla, primero con suavidad y después con violencia. La zarandeó, gritó su nombre, la bañó en lágrimas... pero nada surtía efecto. Perdido en su dolor, cayó fulminado.
Pero esta vez no despertó gritando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario